Creo iniciar cierta redundancia en este título. Pues, hacer o no hacer, es experiencia.
Un experto repite acciones para perfeccionarlas a modo de agrado estándar o, para causar la impresión exagerada por encima de lo estandarizado en el mejor de los casos.
Cuántas más repeticiones, más experiencia, más estándar. Podría ser directamente proporcional o, hasta que decidamos experimentar otra cosa.
Las decisiones no son del mundo de la experiencia, en cambio. Son parte de un estructurado proceso lúdico de la consciencia. Un extraño acto de razón sin razón (y, en definitiva, sin acto). Se desarrolla entre hitos de la experiencia y, en lo que respecta mi observación, también son naturalmente inevitables.
Quizás en la idealización social, tomar decisiones «hace a la experiencia» y, eso ha llevado a las sociedades modernas a aspirar un estándar. Cuando en realidad, de este modo, la experiencia pura, pierde su esencia.
El contacto con el hacer, se desprende en el momento que anticipamos el siguiente paso. Y lo damos. Se altera la predictibilidad por nuestra voluntad inmediata.
Pues si aún creíamos que no hay premeditación en las decisiones, deberíamos analizar si la experiencia como tal produce un verdadero impacto o, si sólo vivimos con la ilusión de que en algún momento podríamos detener el análisis.
Superando esta tendencia dualista, podríamos resignificar las experiencias y volver evitables los sesgos de la estandarización.
Solo tropezamos dos veces con la misma piedra por falta de experiencia???
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Más bien porque la experiencia de tropezar la primera vez, pasa desapercibida ante nuestras opciones premeditadas de que vuelva ocurrir. O también, podría ser por voluntad propia…
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Y qué sería el destino? Sino aquello que nos impulsa a tomar unas u otras decisiones…. y la experiencia una consecuencia de l compromiso que tenemos con la vida, que no es otro que vivir.
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Me encantó 👏
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